Según datos recopilados por la agencia estadounidense DEA (Administración para el Control de Drogas), en 2016 cerca de 63.600 estadounidenses fallecieron a causa del consumo de opiáceos, lo que equivale a 174 fallecimientos diarios y 7 cada hora. Para el presidente Donald Trump este es un un tema muy serio y en octubre de 2017 declaró "emergencia de salud pública ” el abuso de analgésicos opiáceos. La medida presidencial permite destinar fondos ya existentes a nivel estatal y federal para combatir la adicción.
Por Redacción El Político
“Trabajaremos para fortalecer a las familias y comunidades vulnerables, y ayudaremos a construir y hacer crecer una sociedad más fuerte, más sana y libre de drogas”, destacó Trump en 2018.
El mandatario estadounidense estima que la adicción es más que un simple problema de política. "Cuando era joven, fui testigo del dolor de la adicción en mi familia y viví de cerca la muerte de mi hermano Fred. Lo aprendí por Fred. He aprendido. Y eso es lo que creo que es tan importante”, señaló Trump.
Recordó que su hermano Fred era un "tipo genial, guapo y tenía la mejor personalidad. Pero él tenía un problema con el alcohol. Me decía No bebas. No bebas’", recordó Trump a los asistentes en la Sala Este de la Casa Blanca en octubre pasado. “Pero él tenía un problema. Tenía un problema con el alcohol, y él me decía: ‘No bebas.. No bebas. Lo repetía una y otra y otra vez”.
Trump indicó que no ha bebido desde entonces. “Tuve a alguien que me guió, y tuvo una vida muy, muy, muy dura por el alcohol”, reflexiona.
Ahora hay un nuevo problema en Estados Unidos con la proliferación de los opioides, cuya epidemia se ha convertido en "una de las principales causas de muerte en ese país, muy por encima de los accidentes de tránsito.
El opio y sus derivados (morfina, heroína, etc.) constituyen las drogas más adictivas. Los opiáceos son un grupo de medicamentos fabricados (a partir de la planta adormidera o amapola) para servir como analgésicos o anestésicos, es decir, para aliviar dolores severos. Sus propiedades permiten el bloqueo de la sensación de dolor al momento de unirse con receptores neuronales. En algunas ocasiones este tipo de droga puede ser recetada a pacientes con cáncer, enfermos terminales o que acaban de salir de una cirugía. Pese a su uso médico, el riesgo de adicción es alto y peligroso.
De acuerdo con la Casa Blanca, la epidemia de opioides que se ha detectado en EE.UU., y que está matando más gente que el sida en su peor momento, está asociada a varias drogas legales, especialmente al fentanil, pero también al Vicodin o al oxycodone, que se distribuyen en las farmacias o por Internet, y que a veces se revenden como si fuera heroína.
El fentanil es 50 veces más potente que la heroína. Y hay otra droga sintética incluso más letal, el carfentanil, que se usa para dormir elefantes, y que es 100 veces más potente que el fentanil. Bastan pocos granitos de carfentanil en la lengua para matar un humano.
Pena de muerte
Durante un discurso en el estado de Nueva Hampshire, celebrado el 19 de marzo de 2018, el presidente Trump expresó que está evaluando la pena de muerte para traficantes de drogas como solución para la crisis de sobredosis de opioides que azota a Estados Unidos.
“La única manera de resolver el problema de las drogas es siendo duro”, comentó el presidente Trump en ese evento en Moon Township.
Comentó también que hay países que tienen penas muy duras contra las drogas, incluso la pena máxima.
“Y, dicho sea de paso, tienen muchos menos problemas con drogas que nosotros, así que vamos a tener que tener penas mucho más duras. Están “matando a nuestros hijos, están matando a nuestras familias, están matando a nuestros trabajadores”, lamentó el mandatario.
Una de las metas que se ha propuesto Estados Unidos es reducir en un tercio (en tres años), el número de recetas de opiáceos como la vicodeína o la oxicodona. Los tratamientos médicos estarán sujetos a mayor control central, para detectar abusos y evitar que esta adicción “sea subvencionada por los impuestos de los americanos”.