El presidente brasileño, Michel Temer, que entre hoy y mañana puede ser denunciado formalmente por supuesta corrupción, participó en un acto con empresarios, se mostró sereno y afirmó que "nada" lo "destruirá".
Brasil "estaba en una crisis gravísima", pero ahora "ha vuelto a tener dirección" y está en el "camino de la responsabilidad", dijo hoy Temer en un acto con empresarios del comercio minorista en el que sancionó una ley que permite diferenciar los precios en función de que el pago sea realizado en efectivo o con tarjeta de crédito.
El mandatario se ufanó de la ligera recuperación de la economía y no hizo ninguna alusión a su delicada situación jurídica, que puede agravarse entre hoy y mañana, cuando se espera que la Fiscalía presente una denuncia formal en su contra por el supuesto delito de corrupción pasiva.
Sin hacer comentarios directos sobre ese asunto, declaró que la "agenda de modernización" que impulsa es "la más ambiciosa de los últimos tiempos" y aseguró que "nada" impedirá que las polémicas y duras reformas que promueve siga adelante.
"Que nadie dude", indicó el presidente, quien apuntó: "Nada nos destruirá. Ni a mí ni a nuestros ministros", ocho de los cuales son objeto de sendas investigaciones judiciales por asuntos de presunta corrupción.