Ernesto Agazzi renunció a su banca en el Senado y dejó en offside a todo el sistema político. Este veterano dirigente tupamaro reconocido por su trayectoria en el plano agropecuario, de aspecto campesino y tamaño de basquetbolista, hizo lo que muchos dicen pero pocos terminan de concretar. El discurso de abrir paso a nuevas generaciones y hacerse a un lado para que nuevos cuadros políticos ocupen puestos de relevancia es bastante trillado. Pero con la decisión de renunciar, en el segundo de los cinco años de la actual legislatura, transformó a Agazzi en un bicho raro. En su lugar ingresará Daniel Garín a la cámara alta, un dirigente del Movimiento de Participación Popular (MPP) 24 años más joven que él, y que fue subsecretario de Ganadería.
Agazzi fue diputado, senador, ministro de Ganadería, jugó al básquetbol y trabajó en una curtiembre. Fue preso político y exiliado en Francia. Incluso una vez en noviembre de 2015, cuando el presidente Tabaré Vázquez y el vicepresidente Raúl Sendic estaban fuera del país, fue presidente de la República por algunas horas. Aquel momento lo recuerda como una anécdota porque era fin de semana y los presidentes no tienen mucho relevante para decidir en ese momento, pero estuvo a la orden porque, entre otras cosas, ese domingo se jugó un clásico del fútbol uruguayo.
La tarea de Agazzi continúa en el MPP con la formación de militantes. Según dijo a El Observador, buscará que las nuevas generaciones hiperconectadas y abrumadas con la información minuto a minuto tengan las herramientas necesarias para razonar y analizar los hechos. Eso será en formato de charlas o talleres. "No se trata de una capacitación, sino para fundamentar y entender la militancia política; no es un adoctrinamiento, eso ya se usó en el mundo y se confirmó que no sirve", explicó. "Yo no sé si todos en mi partido piensan así, algunos sí y otros no", agregó.
La sesión en la que formalizó su renuncia se transformó en un homenaje a su trayectoria, pero además en un escenario para debatir cosas poco comunes en el Parlamento, como el valor de la política, la democracia, el vínculo con la sociedad y otras cuestiones muy poco atendidas. Por haber sido excusa para ese debate sin gritos ni acusaciones, Agazzi se sintió contento.
Sin embargo, al senador tupamaro renunciante le pareció que sus colegas tuvieron "cola de paja" al evitar referirse al tema del subsidio de legislador. A todo diputado o senador le corresponde un subsidio equivalente a 85% de su salario por un año, ya sea cuando renuncia o no renueva la banca. Pero Agazzi estaba convencido de que a él, por tener causal jubilatoria, no le correspondía cobrarlo, y tuvo que "luchar" para que la administración del Palacio Legislativo no se lo pague. A su modo de ver, hay quienes tienen "profesión político" y por eso no van en contra de esos beneficios.
Lea la nota completa en El Observador