El drama de los niños y adolescentes atrapados en el conflicto colombiano se une a los que viven una tragedia en la frontera con Venezuela. Las familias los abandonan y se encuentran atrapados en la pobreza, la prostitución y la esclavitud.
El Político
" Muchos de los niños que están solos por ahí tienen familiares cercanos que saben que están en actividades de prostitución, por ejemplo, y no hacen nada”, confiesa una coordinadora de algunas de las instituciones que tratan de afrontar el problema.
La Paz esquiva no llega a los niños
Casi cinco años después de que Colombia firmó un acuerdo de paz histórico con el grupo rebelde más numeroso, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el conflicto armado interno está lejos de terminar.
Más allá de la ayuda y la cooperación internacional, las familias son las llamadas a proteger a los pequeños. Como sea, la situación de los niños es crítica y no parece que vaya a cambiar.
Sin ayuda psicológica. Sin alimento. Sin casa. Muchos niños y adolescentes viven en el desamparo.
NIños atrapados por el conflicto
En marzo, el gobierno bombardeó un campamento rebelde en un esfuerzo por eliminar a un líder disidente de las FARC , conocido como alias Gentil Duarte. El campamento resultó estar lleno de jóvenes trapados y reclutados por el grupo, y la operación mató al menos a dos menores, entre ellos Yeimi Sofía.
Organizaciones humanitarias alivian el drama
Aunque el Estado poco se manifiesta, 23 organizaciones humanitarias hacen presencia en en las zonas de conflicto. Una de ella es Save the Children, que desde 2017 está en Colombia.
Uno de los objetivos es cuidar a los niños y jóvenes de riesgos como explotación sexual, trabajo infantil, mendicidad, abuso y reclutamiento, siendo este último uno de los peligros más grandes en la zona.
Alertas por casos de reclutamiento
No solo se trata de las niñas que abandonan sus familias por irse con su pareja. También, se ven estrategias que usan los grupos armados que buscan a los niños o adolescentes con la promesa de darles un trabajo en fincas y pagarles a sus familia en Colombia o Venezuela.
Los convencen de los beneficios de la nueva vida mostrándoles motos, dinero o armas para que se sientan con poder, de acuerdo con esta organización.
Ni Save the Children ni la Defensoría dan cifras del fenómeno. Dicen que se trata de datos imposibles de conocer porque en ocasiones las personas no denuncian.
En estos casos entonces, esta organización internacional hace presencia con 30 personas encargadas de los procesos legales y la protección del ciudadano, para brindar acompañamiento y confianza a las familias en Arauca.
Atienden las zonas de más riesgo
En este contexto, la organización tiene una movilización comunitaria en las zonas de más riesgo.
Save the Children capacita voluntarios para proteger a los niños atrapados en la guerra y su objetivo es identificar en el entorno cuáles son los factores de riesgo y prender las alarmas en caso de ser necesario.
Alarman cosas como niños que aparecen con dinero y no explican de dónde salió. Por otro lado, se ven menores o adolescentes que se comportan como gente mayor y cambian su vocabulario de un momento a otro. Niñas que llegan a altas horas de la noche a su refugio y no dicen dónde estaban o que hablan con sus amigos y familias sobre ganar plata y tener mejor vida.
Los jóvenes son los más vulnerables
Los jóvenes han vuelto a ser los objetivos más vulnerables del conflicto. Están atrapados entre un Estado a menudo ausente, el reclutamiento agresivo de los grupos armados y la capacidad armamentística de los militares.
El ministro de Defensa, Diego Molano, culpó a los rebeldes de las muertes, y señaló que eran ellos los que transformaron a los adolescentes en objetivos del gobierno al convertirlos en “máquinas de guerra”.
El reclutamiento de niños atrapados en el conflicto ha sido común en las décadas de conflicto de Colombia. Ahora los rebeldes han vuelto a las andadas: se pasean por las plazas de los pueblos, cuelgan afiches de reclutamiento, dan dinero a adolescentes, y enamoran a las muchachitas.
Los grupos armados se aprovechan
Según el derecho internacional, los niños que se unen a un grupo armado pueden convertirse en combatientes y, por lo tanto, pueden ser atacados legalmente por los gobiernos.
Pero la ley también exige a los agentes estatales que investiguen si hay menores en un objetivo concreto y, en caso de que los haya, que busquen estrategias alternativas que puedan evitar el reclutamiento de menores.
Pautas del derecho humanitario
“El derecho humanitario impone el deber de actuar con moderación en los ataques contra los niños soldados”, dijo, “y si se ignoran esos deberes, se abre la puerta a la responsabilidad penal de quienes tomaron las decisiones”.
En la circunstancia más extrema, si un gobierno no investiga y castiga a los responsables, el caso podría ser llevado a la Corte Penal Internacional.
Niños solitarios realizan tareas para sobrevivir
El Gerente de Fronteras, Lucas Gómez, reiteró su compromiso de brindar atención humanitaria a quienes huyen de la guerra entre grupos armados en territorio venezolano, “pero con vocación de retorno”.
La escena se repite una y otra vez: cuando un carro, a menudo un taxi, se aproxima con viajeros, un maletero apostado estratégicamente en una esquina empieza a correr detrás del auto. Si el cansancio le gana la partida, haciendo una seña se lo entrega a otro maletero, que lo releva en la persecución.
La idea es seguir el vehículo hasta que se detenga, bajar las maletas y cargarlas por entre las trochas a cambio de 10.000 o 20.000 pesos, depende la carga.
A menudo los niños atrapados en el conflicto pierden el esfuerzo: los paquetes son muy pesados. Por eso, en los cambuches se quedan los más pequeños, de 6 u 8 años. La más grande tiene 16. A ella le dicen la “marimacha” y, ante la llegada de los visitantes, sale de uno de los triángulos de plástico negro con una cachucha del mismo color.
Un caso real
Ángela*, de solo 14 años, había negado a las autoridades que vivía en la calle, sola, sin más familia que otros niños tan desamparados como ella. Dieciséis horas después la violaron y la dejaron tendida en un potrero de Villa del Rosario, en la frontera con Venezuela,
Sentía desconfianza. A Claudia, Yuri y Teresa, casi de la misma edad les había pedido en tono maternal que no revelaran el lugar donde vivían. Un cambuche de plástico y cartón en medio de uno de los pasos ilegales entre Colombia y Venezuela.
Niñas prostitutas
Las tres jovencitas habían pactado no trabajar ese día pues venden sus pequeños cuerpos por 2.000 o 3.000 pesos. En cambio pensaban llevar a un par de voluntarios y trabajadores sociales hasta el sitio en donde viven hace más de un año. Un rancho improvisado donde conviven con otros 16 niños y sin ningún adulto.
“Sigue caminando sola y cuídate mucho”: fueron las últimas palabras que escucho de su padre la niña que cruzó sola la frontera
Teresa y Claudia iban adelante. Había que abandonar la calle principal de La Parada, cruzar un campo de fútbol más parecido a un tierrero y llegar hasta una casa blanca, enorme y agujereada por impactos de fusil.
“Hay que pasar rápido y sin mirar”, dijo una de las pequeñas. En efecto, por ahí no se puede andar desprevenidamente. Todos saben que esa esquina, conocida como La 40 y que flanquea el barrio, es un fortín del Tren de Aragua, una temida banda que impone el terror en la zona y que la disputa con la guerrilla del ELN.
En La Parada nadie puede robar, cargar maletas, vender droga o trabajar en lo que sea si no es con la autorización de ellos.
Ahí cada quien tiene responsabilidades. Unos deben quedarse a cuidar los cambuches. Otros tienen que salir a trabajar. Y algunos más deben hacer el fuego para calentar sopa en una olla ennegrecida y aporreada. Además de la explotación sexual, los pequeños se rebuscan reciclando o corriendo “en la pista”, como se le dice a perseguir vehículos por las calles de La Parada.
La tragedia de Angela
Mientras tanto, no muy lejos de ahí, la tragedia acechaba a Ángela. En el reporte del abuso sexual que hizo después el Hospital Erasmo Meoz, en Cúcuta, quedó consignado su relato, escueto y desgarrador.
Un mototaxista, en pantaloneta y con una camisa color mostaza, la subió al vehículo y la llevó a la fuerza hasta un lugar desolado en la denominada Vía a Patios. Allá la golpeó y la violó. La niña debió pasar 14 días hospitalizada.
Que ella y los demás terminaran viviendo en La Arrocera, solos, no fue difícil. Historias de pequeños dejados atrás, o simplemente abandonados por sus progenitores, son recurrentes no solo del lado colombiano; también del venezolano.
Cientos de casos detectados
Con corte al 31 de diciembre de 2020, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar tenía conocimiento de 201 casos activos relacionados con niños, niñas y adolescentes migrantes no acompañados, a quienes atendía para restablecerles sus derechos.
“Un día llegó una familia con dos niños pidiendo pasar la noche. Al día siguiente, cuando amaneció, se habían ido y habían dejado a los dos pequeños”. Conmovida, cuenta la monja Rosalía Peralta Rivas, coordinadora de la escuela Santa Mariana de Jesús, en Capacho, estado Táchira, fronterizo con Norte de Santander.
Pocas cifras sobre niños atrapados en el conflicto
Y aunque en Villa del Rosario nadie sabe a ciencia cierta cuántos niños permanecen solos en la calle. Un buen indicador son las cifras del Espacio Alternativo de Cuidado y Albergue para la Niñez y Adolescencia (Eacana), una especie de oasis en La Parada liderado por Unicef.
En apenas cinco meses de operación, 332 niños han pasado por allí en modalidad albergue, les dan hospedaje por 15 días. Si quedan en protección, se les permite frecuentar el espacio para realizar actividades formativas y alimentarse.
Javier, de 13 años deambula desde hace dos por La Parada, está en protección. Espera paciente en el andén. “Aquí me dan el almuerzo, pero me toca dormir en la calle”, dice recostado sobre el portón exterior del lugar.
Tiene el pelo pintado de amarillo y el cuerpo repleto de cicatrices que son, dice él mismo, las huellas que le ha dejado la vida, como si hablara de una larga vida. “La policía me ha pegado, la gente también.
Son muchos los peligros en la calle
En La Parada cada quien hace lo que puede, aunque parezca que no se hace mucho. La Alcaldía de Villa del Rosario donó el predio donde funciona Eacana y está a punto de abrir un nuevo albergue, esta vez en el centro del municipio y con capacidad para 15 niños, de modo simultáneo.
Nidis María Navarro Hernández, comisaria de familia de Villa del Rosario, sin embargo, advierte que los esfuerzos no son suficientes.
Al departamento de Arauca nunca llegó la paz y la presencia del ELN es más que notable. “A mi preocupan los casi 200 niños que viven y duermen en los andenes. Ellos no asisten al colegio y son presa fácil para los grupos armados” afirmó la comisaria.
Fuentes: nytimes, http://Arauca: Reclutamiento de niños venezolanos en la frontera – Proyecto Migración Venezuela / Seman
*Los nombres de los protagonistas fueron cambiados para proteger su integridad*.
Fotos: Cortesía.