En una habitación pequeña de la planta baja del convento guarda Carlos Alberto Libânio, de 71 años, más conocido como Frei Betto, ejemplares de sus libros. Ha escrito más de 50. El último, una conversación con Fidel Castro. Fraile dominico, estudioso, activista, exministro de la primera etapa de Lula, teórico de la izquierda pero también práctico en movimientos sociales, Frei Betto es una especie de conciencia crítica del Partido de los Trabajadores (PT) brasileño. Conoció a Lula en la juventud de ambos, cuando compartían habitaciones improvisadas en los tiempos de la creación del partido y de la casi clandestinidad. Ahora, le reprocha a Lula que no haya renunciado a un tren de vida demasiado lujoso como para ser ejemplar y al partido que no haya llevado a cabo todo lo que, a su juicio, se proponía en sus principios. Él, por su parte, sigue viviendo austeramente en un convento de São Paulo, alérgico a cualquier bien material, argumentando que el ecologismo traerá, por fin, esa esperada sociedad más justa.
Pregunta. ¿Por qué dice que le ha decepcionado el PT?
Respuesta. Los años de Lula y el primer mandato de Dilma Rousseff fueron los mejores de la historia republicana de Brasil. Se hicieron muchas cosas: se sacó a 45 millones de la pobreza, se llevó la electricidad a 15 millones de hogares… Pero se podría haber hecho más.
P. ¿El qué?
R. El PT iba a ser el partido de la ética (lo que no ha sido) e iba a ser el partido de las reformas estructurales, como la reforma política, pero no se hicieron. Y ahora Dilma Rousseff y el PT son víctimas de eso precisamente.
P. ¿Y por qué no la hicieron?
R. Porque temieron enfrentarse a las élites brasileñas. Era una reforma encaminada a no tener 36 partidos, encaminada a obstruir las vías de la corrupción. El PT, además, hizo una vía de inclusión social por el consumo. Dio crédito, e hizo programas sociales. La gente pasó a tener microondas, nevera, hasta coche, pagando todo a plazos. Pero no bienes sociales públicos, educación, salud, transporte o seguridad. Por eso las personas tienen rabia ahora, ahora que todo está peor.
P. ¿Y qué va a pasar ahora con la crisis política?
R. Todo dependerá de la decisión del Senado. Si efectivamente los senadores mantienen el impeachment, Temer se va a convertir en el gran apoyo de Lula para 2018. El Gobierno va a ser tan malo que va a ayudar a volver a Lula.
P. ¿Usted cree que Lula va a volver?
R. No es que crea. Es que estoy seguro: Lula solo no será candidato si está muerto o está preso. Lo conozco bien.
P. Hay quien piensa que está desilusionado desde la salida de Dilma…
R. Lula es un genio de la política. Ahora que la Operación Lava Jato reparte las cartas de la política brasileña, le conviene no sobresalir mucho. Conviene que deje a Temer desgastarse.
P. ¿Cree que a Lula le cambió el poder?
R. No, no le cambió. Pero creo que Lula debería haber preservado algunos símbolos, como Mujica en Uruguay. Podía haber continuado vivir en la casa donde vivía cuando era presidente del sindicato y viajar con un avión normal, no con un avión privado, esos símbolos dicen mucho para la opinión pública. Con todo, seguimos siendo amigos, y yo creo totalmente en su integridad ética.
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