Luego de dos semanas de graves trastornos, el presidente Mauricio Macri planteó dentro del gabinete su seria preocupación por el descontrol en las calles de la ciudad de Buenos Aires, con piquetes de todas las organizaciones sociales. Presume que las concesiones a los piqueteros, con subsidios millonarios y con la ley de emergencia social, fueron a cambio de nada.
Fuentes de la Casa Rosada dijeron que el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, le informó al Presidente que en enero empezará a desalojar los piquetes más pequeños y de menos activistas. Lo hará en forma progresiva, sin espectacularidad y sin generar expectativas, a partir del momento en que se lance la nueva Policía de la Ciudad, el 1° de enero. También allí habrá gradualismo. "Sólo se intervendrá donde haya 10 o 15 piqueteros; las grandes protestas son más complejas", reconoció un funcionario porteño.
Desde que traspasó la Policía Federal a la Ciudad, hace un año, Macri le transfirió a Rodríguez Larreta la facultad de impedir los cortes. Pero la política porteña ha sido la inacción.
Por entonces, hubo una discusión interna. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quería mantener esa potestad. Pero a su cartera le quedó la jurisdicción federal -rutas, autopistas y accesos a la ciudad-, donde desaloja los piquetes con la Gendarmería y algunos carros hidrantes.
Según fuentes policiales, Rodríguez Larreta quiere evitar la violencia porque está convencido de que las organizaciones sociales más radicalizadas y las kirchneristas buscan una víctima para acusarlo de "represor" o de "criminalizar la protesta" y dañar sus aspiraciones políticas para 2019 o 2023.
El ministro de Justicia y Seguridad porteño, Martín Ocampo, ejecuta esa premisa. Pero Rodríguez Larreta es consciente, también, de que el electorado macrista comenzó a expresar hartazgo de que la Policía Metropolitana sólo custodie, y no desaloje, a los encapuchados con palos que convierten la ciudad en intransitable.
Por ello, el viernes pasado buscó calmar los ánimos. Admitió que "la ciudad fue un caos" en estas últimas dos semanas y dijo que la política de piquetes "es algo que hay que mejorar". El día anterior, el vicejefe porteño, Diego Santilli, recomendó a los porteños: "Hay que tener un poquito más de paciencia".
"Hay que mejorar sin duda y ello ocurrirá con la nueva Policía de la Ciudad", dijo a LA NACION un funcionario porteño. El protocolo antipiquetes que ideó el Gobierno en el inicio de su gestión no tuvo casi aplicación.
Macri tiene información de la ministra Bullrich de que en estas dos semanas de diciembre, hasta la Navidad, podría haber "un proceso de agitación" de la izquierda y del kirchnerismo. El martes y el miércoles pasados, ella evitó ollas populares de las agrupaciones Barrios de Pie, Corriente Clasista y Combativa (CCC), CTEP, Movimiento Evita y otras. Pretendían cortar accesos a la ciudad para "festejar" la sanción de la ley de emergencia social, acordada con el Gobierno, que involucra recursos adicionales por $ 30.000 millones en tres años y, posiblemente, una próxima creación de una obra social piquetera.
Estas agrupaciones habían firmado un acuerdo días antes con la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley. "Patricia actuó con Gendarmería en jurisdicción federal, en Panamericana y 197, en avenida Márquez y en el puente La Noria. No los dejó cortar. Pero luego cortaron en la ciudad, donde la policía no actúa", dijo a LA NACION un alto funcionario de Macri.
Los que no firmaron el acta también hicieron piquetes: el Polo Obrero y el MST bloquearon la avenida 9 de Julio. Y los kirchneristas de Tendencia Piquetera Revolucionaria, Aníbal Verón, Descamisados, Miles (Luis D’Elía) y Quebracho (Fernando Esteche) cortaron la avenida Alem con capuchas y palos y agravaron la crisis del paro de subterráneos. Unos cortaban para festejar. Otros, para protestar. El miércoles pasado el caos fue absoluto.
"Hay una preocupación seria de Macri, de cara a fin de diciembre, que pregunta qué pasa en la ciudad, y le dicen que hable con Horacito", señalaron en Balcarce 50. Sin embargo, el Presidente no criticará nunca en público a su ahijado político en la ciudad.
Con información de La Nación