Una joven musulmana de 17 años resultó muerta el domingo tras haber sido secuestrada delante de una mezquita cerca de Washington, pero por el momento la Policía ha evitado calificar el hecho de crimen racista.
El homicidio, cometido poco antes de otro ataque cerca de una mezquita de Londres, ha provocado un gran impacto en la comunidad musulmana local, cuando faltan pocos días para el fin del mes del Ramadán.
“Estamos desolados y con el corazón roto”, declararon en un comunicado los representantes de la mezquita All Dulles Area Muslim Society de Sterling, en Virginia. “Es momento de juntarnos, de orar y cuidar a nuestros jóvenes”, agregaron.
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Nabra Hassanen, de 17 años, caminaba con amigos después de las oraciones nocturnas del Ramadán la noche del sábado al domingo, cuando el grupo fue abordado por un automovilista frente a la mezquita en un suburbio de Washington.
Le siguió un altercado y el hombre salió de su vehículo con un bate de béisbol, indicaron algunos fieles de la mezquita. Los jóvenes corrieron a refugiarse en el templo y luego se dieron cuenta de la ausencia de Nabra.
Tras varias horas de búsquedas, el cuerpo de un joven –muy probablemente el de Nabra– fue encontrado a las 15h00 locales del domingo en un estanque de la ciudad, indicó la Policía del condado de Fairfax, en Virginia.
Darwin Martinez Torres, un residente de Sterling de 22 años, que “conducía de manera sospechosa” cerca del lugar del descubrimiento del cuerpo, fue detenido e acusado del asesinato de Nabra Hassanen.
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“NO tratamos la investigación sobre este asesinato como un crimen racista”, indicó el lunes la Policía de Fairfax en su cuenta de Twitter. El calificativo de “crimen racista” o “crimen de odio” está considerado un agravante en Estados Unidos.
El episodio tiene lugar después de una serie de incidentes mortales contra musulmanes en América del Norte.
Con información de AFP