A juicio de Carlos Sánchez Berzaín, director del Interamerican Institute for Democracy, los gobiernos que en la actualidad no se apegan al marco democrático son “un peligro real” para sus pueblos, debido a la opresión que ejercen sobre ellos y a sus deseos de perpetuarse en el poder.
En este sentido, el también abogado y politólogo, sostiene en un artículo denominado: “Las dictaduras de América Latina son una amenaza global”, que países como Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, a cuyos gobernantes tildó de dictadores, violan sistemática y permanentemente los derechos humanos y las libertades fundamentales.
“El estado de derecho ha sido sustituido por la voluntad de los Castro en Cuba, de Chávez y Maduro en Venezuela, de Correa en Ecuador, de Evo Morales en Bolivia y de Daniel Ortega en Nicaragua; en lugar de del principio por el que nadie puede estar por encima de la ley, los dictadores con título de presidentes son la ley y dictan órdenes, sentencias, condenas y todo tipo de abusos por televisión y en mensajes públicos”, señaló.
A continuación el artículo completo:
Los gobiernos de Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua que no cumplen ninguno de los elementos esenciales de la democracia y cuyo objetivo es mantenerse indefinidamente en el poder a cualquier costo, representan un peligro real para sus pueblos a los que oprimen sometiéndolos a crisis económicas, sociales y políticas agravadas progresivamente. Las democracias de la región y del mundo que por acción u omisión toleran y coexisten con estos gobiernos del socialismo del siglo XXI, parecen ignorar que las dictaduras socavan los principios en los que se funda el propio poder de sus gobiernos legítimos, que son causa de inestabilidad para las democracias y que constituyen una amenaza global.
Todas y cada una de las cinco dictaduras de América Latina violan sistemática y permanentemente los derechos humanos y las libertades fundamentales como mecanismo de institucionalización del miedo para el control social; los presos políticos como Leopoldo López y decenas más en Venezuela, o el gobernador Leopoldo Fernández y los generales Claros, Rocabado, Veliz, Quiroga y Aranda en Bolivia, y los miles de exiliados son sólo una muestra. La libertad de prensa no existe y la represión a periodistas y medios de comunicación tiene casos estremecedores como en Ecuador del Diario el Universo, el del caricaturista Bonil, la persecución de Janet Hinostroza y Fernando Villavicencio por denunciar corrupción.
El estado de derecho ha sido sustituido por la voluntad de los Castro en Cuba, de Chávez y Maduro en Venezuela, de Correa en Ecuador, de Evo Morales en Bolivia y de Daniel Ortega en Nicaragua; en lugar de del principio por el que nadie puede estar por encima de la ley, los dictadores con título de presidentes son la ley y dictan órdenes, sentencias, condenas y todo tipo de abusos por televisión y en mensajes públicos. La irretroactividad de la ley para perseguir a los opositores políticos y el asesinato de la reputación de cualquier líder contestatario, son la ley del miedo que han impuesto.
Las elecciones libres, justas y basadas en el voto universal y secreto han sido sustituidas por rituales de fraude para la perpetuación, con afrentas tales como las que ahora mismo acontecen en Nicaragua, la que anuncia Morales en Bolivia, o la manipulación que Maduro hace en Venezuela para evitar un referéndum revocatorio que tiene perdido. La oposición ha sido eliminada en Nicaragua; dividida, subordinada, e incluso penetrada en Ecuador, Bolivia; limitada y desconocida en la autoridad y competencias que ha adquirido en Venezuela; o simplemente vejada, encarcelada, amenazada y asfixiada en Cuba. Dejan sobrevivir liderazgos que no amenazan el poder. No existe división ni independencia de los órganos del poder público, los fiscales y jueces son el brazo represivo del sistema.
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