“Pienso que morirse es lo menos malo que le puede tocar a uno” dice Carmen La Cruz, diabética, que al igual que muchos otros, no dispone de los medicamentos necesarios para vivir con la enfermedad que la aqueja. Aunque la escasez de medicamentos es evidente, como otros problemas, el Gobierno se mantiene en silencio, mientras los ciudadanos mueren pues la salud no espera por soluciones.
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— El Político (@elpoliticonews) September 24, 2017
“Ser un paciente crónico es una condición muy agotadora. Uno se aferra a la vida y se prepara para cumplir las indicaciones médicas, entre la que está el tratamiento con medicamentos. Yo, por ejemplo sufro de diabetes e hipertensión y no puedo cumplir con el tratamiento de manera regular. Me paso el tiempo buscando los medicamentos o mis hijos me los compran a precios impagables para mi maltratado bolsillo”, aseguró una señora de 57 años.
Diversos estudios demuestran que la importación de medicinas ha sufrido una drástica reducción en los últimos años.
La ausencia de medicinas responde al recorte sufrido en la capacidad de importación desde el año 2013 y que se fue agravando a medida que los precios del petróleo bajaron, aunado al hecho de que el gobierno ha decidido priorizar el pago de una deuda de la cual no se ha determinado ni su legalidad ni legitimidad.
No hay medicinas… ni en el IVSS
La otra cara de la moneda es la ausencia de medicinas de alto costo en el Instituto Venezolano del Seguro Social (IVSS), la irregularidad en los medicamentos o la total ausencia de algunos afecta a enfermos de cáncer, hemofilia, lupus, esclerosis múltiple, Parkinson, hipertensión pulmonar, diabetes, hepatitis, insuficiencia renal, HIV, trasplantados, entre otros.
Los inventarios de medicamentos de alto costo presentan una desaparición del 75% de los tratamientos, según cifras dadas por Codevida, lo que ocasiona que en Venezuela no se le pueda prestar una atención mínima para los padecimientos crónicos.
– Entre la vida y la muerte –
La realidad de los pacientes con enfermedades crónicas es lamentable, pues las posibilidades de curarse son pocas. Muchos cumplen irregularmente tratamientos, otros reemplazan medicinas, algunos se donan medicamentos entre sí y otros simplemente dejan que “sea lo que Dios quiera”.
Pues a pesar del gran esfuerzo por cumplir unas indicaciones médicas de forma completo para la diábetes o hipertensión, el tiempo sigue corriendo y no perdona fallas medicinales y mucho menos espera que el Gobierno se digne a solventar.
Con información de Aporre